lunes, septiembre 25, 2006

Gilipollas por duplicado

Hay que ver lo poco que hace falta para que te dejen con cara de gilipollas y de mala virgen...Os cuento:

Si hay un hecho de lo más cotidiano que me revienta exageradamente es el de cruzarme con el vecino de turno en el portal de casa, saludarle con toda la educación posible y un atisbo de sonrisa (la máxima que puedo tener a las ocho de la mañana) y no oir por su parte ni un miserable "Buenos días" entredientes, la cara de tonto que se me queda es para alucinar.

Al principio, inocente de mi, pensaba: "pues no me habrán oido". Pero claro, resulta que evidentemente no era así. Esto lo deduje un buen día que tras no escuchar respuesta al primer "Hola, buenos días" le dije un "BUENOS DÍAAAAS" que temblaron las paredes, yo creo que hasta desperté a la vecina del tercero, pero por supuesto no me devolvió el saludo ni este día ni ninguno posterior.

Así que, analizando los hechos, he hecho un pequeño estudio y puedo distinguir a dos tipos de personas según su comportamiento en esta situación:

a) Los que jamás saludan ni devuelven el saludo, lo cual lo achaco a un mal entendimiento en su infancia de eso de "niño no hables nunca con desconocidos", o a sencillamente una altivez odiosa.

b) Los que te devuelven el saludo basándose en criterios completamente aleatorios. Este grupo me sabe mucho peor, porque así como a los del grupo primero nunca los saludas y además te permites el lujo de pensar: "tira pasa pedazo de cabrón, ahí se te cuelgue el ascensor y tengas que soltar un AYUDA AYUDA que te dejes las cuerdas vocales"", con estos otros siempre pecas de buena intención y les saludas, aunque claro cuando dan el silencio por respuesta la cara de tonto que se me queda pues es también digna de hacerme una foto.

El caso es que el pasado sábado trás aparcar el coche, me cruce en el garaje con un vecino al que no puede catalogar en ninguno de los dos grupos anteriores porque era la primera vez que lo veía. Con estos pobres antecedentes sólo podía proceder de una manera: le dije un cortés "buenas tardes" al cual hizo caso omiso y paso de largo como si no hubiese visto nada. Por supuesto y que yo sepa la propiedad de la invisibilidad no la tengo, así que me quedé parado con una cara de tonto tremenda. Nada me hacía pensar que no sería la única vez que me quedaría experimentaría esa sensación aquella tarde.

Así, pensando en el tipo del garaje seguí mi camino rumbo al supermercado de al lado de mi casa, serían las siete de la tarde, siete de la tarde de un sábado, hora punta de venta de alcohol a adolescentes. Si no soleis frecuentar los super a esas horas os diré que es como una carcel, chavales de 17 años o menos comprando sus bebidas pero imposible atravesar la caja que delimita la salida porque les piden el carnet y al no tener la edad no les permiten la compra de bebidas. Así que en esta jauría de hormonas, faldas muy cortas y muchos "ko que pasa ko" me encontraba yo cogiendo de un estante unas cervezas para llevarme a casa cuando un par de estos chavales se me acercó y me dijeron : " ¿Disculpa, por favor podrías sacarnos esta bebida que a nosotros se nos ha olvidado el carnet en casa?". Claramente lo del carnet no me lo creí, pero ante tanta educación inesperada por parte de un tipo que de cada cinco palabras soltaba dos "kos", y después del incidente con el tipo del garaje, decidí premiar sus buenas formas y cargué con su cesta de sangrías, cervezas y licores varios de melocotón. En otras ocasiones me ha sucedido lo mismo y no he accedido a pasar sus bebidas, pero en esta "me pillaron débil y especialmente sensibilizado".

Me dijeron que me esperaban en la puerta de la salida así que yo me puse en la fila y cuando llegó mi turno la cajera, que logicamente no era la primera que había visto esta actuación, cuando vió semejante arsenal me dijo: ¿Es esto para ti?, yo le dije con confianza: "Sí, claro"...pero no me había percatado de que los chavales estaban fuera ansiosos y excitadísimos asomando la cabeza esperando la salida de su traficante ocasional. Por supuesto me intentó la cajera me intentó persuadir de que si era para menores cometía un delito y tal y tal. Yo con más confianza dije: "Es para consumo propio, ¿Me puede cobrar por favor?". Se acabó la conversación, me cobró, metí las bebidas en bolsas y salí del super...pero cual fue mi sorpresa que al salir del super los chavales lejos de ser discretos empezaron a gritar como si estuviesen viendo a Santa Claus avalanzándose sobre mis bolsas ... ante tal griterío por supuesto la cajera salió y me echo una bronca de mil pares...no había pasado ni media hora y de nuevo me había quedado con cara de gilipollas...

Conclusión 1: Ser gilipollas parece demostrado que es algo de nacimiento, o lo eres o no, pero quedarse con cara de gilipollas está más cerca en el día a día de lo que creemos y además te pone de bastante mala virgen. Lo que pasa es que hay algunos que nos quedamos tan frecuentemente con esa cara que a veces desearías pasarte al bando de los gilipollas maleducados y dejar de ponerte de mal genio.

P.D: Lo gracioso de todo esto es que con el espectáculo de los chavales en la salida del super se me olvidó devolverle los cambios y ellos tampoco cayeron, con lo cual mi compra me salió gratis....pero juro y perjuro que fue algo involuntario. Si me leeis, ya me perdonareis.

martes, septiembre 19, 2006

48.180 km dando vueltas

Hoy como casi todos los días he salido a trotar un rato cuando ha empezado a caer la tarde. Esta vez no tenía compañero de fatigas, hecho que siempre hace más amena la carrera, pero entre semana después del bullicio y el ajetreo laboral también agradezco estar un rato a solas lejos de todo.

Así lo he hecho y durante esa hora y media hora al mismo tiempo que me alejaba de la ciudad lo más posible mantenía ocupaba mi mente en pensamientos de lo más variopinto. Una de las cosas que me venía preguntando era ¿Cuantos km habré recorrido corriendo durante mi vida?. Así que cuando he llegado a casa he cogido la calculadora y he hecho un cálculo aproximado: teniendo en cuenta que suelo salir unos cinco días como mínimo a la semana a una media de una hora, a un ritmo de unos 5 mínutos el kilómetro y que este hábito lo llevo a la práctica con rigurosa asiduidad los últimos once años el cálculo ha sido sencillo:

(365*11)* 60/5 = 48.180 km

Nota: El otro día leía en la revista runners que Abel Antón en los días de relax "trotaba" a 3'20 el kilómetro....simplemente impresionante.

48.180 kms es más distancia que la que me hubiese costado dar una vuelta al mundo completa (aprox 41.000km), pero no es en esa maravillosa aventura en la que he desgastado decenas de zapatillas, de horas y de litros de sudor sino que la mayoría de estos kilómetros han tenido el mismo punto de partida y de llegada, y no es otro que la habitación de mi casa, el lugar donde diaríamente y siguiendo un ritual cotidiano me preparo para salir a trotar (por supuesto sin calentar ;-) ).

No he recorrido una vuelta al mundo pero si he desgastado parte de la suela de mis zapatillas en lugares tan míticos como el viejo estadio olímpico de Atenas, en la mayoría de los paises o ciudades que he visitado bien por turismo o por otra circunstancia, en los recorridos de unas cuantas medias maratones, algunas San Silvestres, otras tantas carreras de diverso tipo y esa dura experiencia que supone una maratón (42'195 km para aquellos que las siguen confundiendo con las carreras del Pryca).

Para mi correr es más que una buena costumbre deportiva, más que una manera de conocer lugares, más que esa placentera sensación post-carrera de las endorfinas estimuladas al máximo, es mucho más que todo eso. Es un hecho que ha marcado mi vida y en muchos momentos ha estado relacionado con cambios importantes en la misma: corriendo solo he tomado decisiones acertadas y otras no tanto, he hablado con mis mejores amigos de secretos incontables, he compartido momentos con gente maravillosa, he sido confesor y confidente, he visto llorar y he llorado...miles de cosas, miles de momentos vividos con un único factor común, el ruido de las zapatillas pisando el asfalto.

Quizás no haya dado una vuelta al mundo corriendo, pero corriendo he dado la vuelta a mi vida en muchas ocasiones, y sólo por eso lo seguiré haciendo mientras disfrute como el primer día.

P.D: Al hilo de esto, os recomiendo echar un vistazo a esta web http://www.sergegirard.com/, un tipo que hace recorridos increibles corriendo, aunténticos desafíos físicos y psiquicos, un heroe para algunos, un loco para muchos.